Se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) durante la Revolución de 1905, y se convirtió en uno de los principales dirigentes del movimiento estudiantil ilegal en la ciudad de Moscú. Ingresó la fracción bolchevique del POSDR en la segunda mitad de 1906, con tan sólo diecisiete años. En 1907 participó junto a Grigori Sokólnikov en la Conferencia Nacional de Jóvenes logrando reunir a todas las organizaciones juveniles socialdemócratas de la ciudad. Durante esa época, ya como revolucionario profesional, se dedicó a la organización y la propaganda en su Moscú natal.

En 1908 pasó a formar parte del comité moscovita, órgano ejecutivo del partido en la ciudad, y uno de los pocos núcleos que todavía no habían sido desarticulados por la policía zarista. Su proyección política hizo que la policía se fijase en él y fuese detenido por primera vez en mayo 1909. Tras algunos meses en prisión fue liberado, aunque fue arrestado nuevamente en el otoño. Liberado en espera de juicio y con cada vez más dificultades para realizar actividades clandestinas debido a la represión creciente, continuó sus tareas revolucionarias en el ámbito semi-legal: trabajó en escuelas y asociaciones marxistas y en un periódico sindical. En el otoño de 1910 pasó a la clandestinidad para tratar de evitar el juicio que aún tenía pendiente. A finales de ese mismo año, informantes de la Ojrana —policía secreta zarista— consiguieron localizarlo junto con otros dirigentes del partido y fue detenido una vez más.

Después de pasar seis meses encarcelado en las prisiones de Butyrka y Suschevka, fue deportado a Onega en junio de 1911. Temiendo que lo enviasen a un penal en algunas de las colonias, se fugó el 30 de agosto y partió al exilio, del que no regresó hasta 1917. Cuando comenzó su exilio, Bujarin tenía veintitrés años y contaba ya con cinco años de experiencia militante alineado con los bolcheviques. Tras pasar casi un año en Alemania y representar al partido en el congreso del SPD en Chemnitz, en el otoño de 1912 conoció a Lenin en Cracovia, quien se aseguró su colaboración como redactor para el periódico bolchevique Pravda y la revista Prosveschénie (Ilustración).

El estallido de la Primera Guerra Mundial acentuó algunas de sus diferencias con Lenin, especialmente por la defensa de éste del derecho a la autodeterminación de las naciones. En Estocolmo completó su texto La economía mundial y el imperialismo, una de sus principales obras del periodo de exilio.

A comienzos de noviembre de 1916 se trasladó a Estados Unidos y colaboró con el diario Novy Mir (Nuevo Mundo, publicación de los emigrados rusos) de Nueva York. En enero de 1917 se había convertido en el editor oficioso del periódico, utilizado como medio para popularizar sus ideas sobre el nuevo capitalismo financiero, la relación del marxismo y el Estado o la cuestión nacional. Al mismo tiempo, Bujarin contribuyó a la organización del ala izquierda zimmerwaldiana, contraria a la guerra imperialista, del movimiento socialista americano, que debía constituir más tarde el núcleo del Partido Comunista de los Estados Unidos.

En abril de 1917, tras la revolución de Febrero, volvió a Rusia y apoyó las Tesis de abril de Lenin. En mayo retomó su puesto en el comité del partido en Moscú. En agosto, fue elegido miembro del Comité Central en el VI Congreso del Partido, por mandato del cual redactó el manifiesto del citado congreso. Dirigente bolchevique tras la toma del poder en octubre de 1917, fue también elegido miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista tras su fundación en marzo de 1919, y dirigió sus actividades junto con su presidente Zinóviev. Como editor de Pravda, también redactó la mayoría de sus editoriales y dirigió la línea política del diario. Con el tiempo, gran parte de las publicaciones del partido quedaron bajo su responsabilidad y se convirtió en el organizador de la prensa y propaganda soviéticas.

Bujarin participó activamente en las polémicas desatadas dentro del Partido Bolchevique por las negociaciones del Tratado de Brest-Litovsk[1]. Lenin, a pesar de contar con la posibilidad de un pronto estallido de la revolución en Alemania, valoraba que el Gobierno del káiser era todavía demasiado fuerte. En su opinión, continuar la guerra significaría la invasión de Rusia por parte de los imperialistas alemanes y la caída del régimen bolchevique a causa de su debilidad militar. Consideraba necesario esperar a que el estallido de procesos revolucionarios en el resto de Europa, momento en el que el joven Estado soviético podría recuperar el terreno cedido a los alemanes. Hasta entonces, era indispensable garantizar la supervivencia del gobierno de los sóviets. Aunque coincidía con la táctica de prolongar las negociaciones de paz lo más posible, una vez llegado el ultimátum alemán había que forzar la firma de un tratado de paz lo antes posible.

Por su parte, Bujarin encabezó una fracción, la de los comunistas de izquierda, partidaria de no firmar ningún tratado de paz con los imperialistas alemanes sino prepararse para la guerra revolucionaria.

León Trotsky, en aquel momento comisario de Relaciones Exteriores del Gobierno bolchevique y responsable de las negociaciones, mantuvo una postura propia: ni paz ni guerra, prolongar las negociaciones todo lo que fuera posible para extender la propaganda revolucionaria entre los obreros de los imperios centrales, desenmascarar a los imperialistas alemanes, y alentar la inevitable revolución en Alemania, Austria y Hungria. Por un lado entendía las nulas posibilidades de realizar una defensa militar efectiva contra la invasión alemana, en un momento en que el ejército ruso se descomponía. Por otra, expresaba su preocupación por las consecuencias de la firma de un tratado de paz que pudiera dar credibilidad a las acusaciones de sus opositores políticos (los blancos contrarrevolucionarios dentro de Rusia, y los Gobiernos adheridos a la Triple Entente), que afirmaban que los bolcheviques habían estado aliados secretamente con Alemania durante toda la guerra.

Finalmente llegó el momento decisivo con la ruptura de las negociaciones. Trotsky abrazó la postura de Lenin, cuando se comprobó que las tropas alemanas habían avanzado docenas de kilómetros a lo largo del frente durante un solo día, ocupando casi sin lucha todos los territorios que pudieron abarcar. La noche del 18 de febrero, el Comité Central Bolchevique reunido en Petrogrado decidió enviar un telegrama a los alemanes aceptando las duras condiciones de paz. La corriente encabezada por Bujarin siguió oponiéndose.

Con el nacimiento de la Oposición de Izquierda encabezada por Trotsky para luchar contra las tendencias burocráticas que se estaban desarrollando en el seno del Partido, Bujarin hizo público su apoyo a Stalin en diciembre de 1923, justificando las concesiones que permitían el enriquecimiento de los campesinos ricos, los kulaks. Junto con Stalin combatió a la Oposición de Izquierda y apoyó la política de socialismo en un solo país proponiendo construir a ‘paso de tortuga’ la economía socialista.

Entre 1928 y 1929 las desavenencias con Stalin se hicieron públicas a raíz del giro hacia la colectivización forzosa, y el rechazo del sector estalinista a al mantenimiento de la política de concesiones capitalistas al kulak y a la pequeña burguesía urbana inspirada por Bujarin y sus seguidores. La posibilidad de la restauración capitalista en la URSS había avanzado. Bujarin, al frente de la llamada Oposición de Derecha fue derrotado en toda la línea por el aparato estalinista. En 1930 fue expulsado de todos sus cargos dentro de la dirección del partido y del Estado, aunque mantuvo su puesto en el Comité Central. Bujarin reapareció como editor de Izvestia en 1934 y fue uno de los redactores de la Constitución estalinista de 1936.

El 3 de marzo de 1937, el pleno del Comité Central aprobó su destitución del mismo y su expulsión del partido. En marzo de 1938 fue arrestado y el día 13 de ese mismo mes condenado a muerte en el tercer Juicio de Moscú. Al día siguiente fue ejecutado.

 

[1] La Paz de Brest-Litovsk fue un tratado de paz firmado el 3 de marzo de 1918 en la ciudad bielorrusa de Brest-Litovsk (entonces bajo soberanía rusa, actual Brest) entre el Imperio alemán, Bulgaria, el Imperio austrohúngaro, el Imperio otomano y la Rusia soviética.