León Trotsky es el protagonista de una vida prodigiosa y sin duda uno de los revolucionarios más sobresalientes de la historia. Su contribución teórica y práctica a la causa de la emancipación de los trabajadores le sitúa como uno de los más grandes pensadores marxistas.

En su juventud se acercó a la literatura socialista uniéndose al círculo revolucionario del militante Franz Svigovsky, de carácter populista. Posteriormente fundó la Liga Obrera del Sur de Rusia, que tuvo un rápido desarrollo entre un núcleo de obreros avanzados de Odesa, lo que acarreó su primera detención en 1898.

Tras casi dos años en prisión, se le condenó administrativamente —sin juicio— a otros cuatro de exilio en Siberia. Trotsky permaneció seis meses en una cárcel de tránsito en Moscú, y fue allí donde comenzó a estudiar el marxismo y se decantó definitivamente por él. Durante sus contactos con otros exiliados políticos en su exilio siberiano, recibió la noticia de la creación del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) que había celebrado su primer congreso de 1898. En 1902 se fugó de la deportación trasladándose a Europa. En Londres conoció a Lenin y comenzó a colaborar estrechamente con él en Iskra (La chispa).

Durante la escisión del II Congreso del POSDR en 1903, Trotsky se sitúa con los mencheviques de Martov frente a Lenin y los bolcheviques. A partir de 1904 empieza a elaborar su teoría de la revolución permanente. Tras años de exilio en Suiza, vuelve a Rusia con el estallido de la revolución de 1905.

Presidente del soviet de San Petesburgo, fue una de las cabezas visibles del movimiento revolucionario. Agitador incasable, publicista de talento reconocido, colaboró con los bolcheviques durante los acontecimientos de 1905. Tras la derrota de la revolución, pasó diez meses preso en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo.

El balance teórico y práctico de la revolución de 1905 llevó a Trotsky a un alejamiento de las posiciones mencheviques. Su teoría de la revolución permanente, refutando el etapismo de la revolución rusa y resaltando el carácter contrarrevolucionario de la burguesía liberal, le acercó en términos programáticos a Lenin. La revolución democrática nacional sólo podía ser concluida con éxito mediante el levantamiento armado del proletariado encabezando al conjunto del campesinado oprimido. Pero los trabajadores no se limitarían a suprimir el régimen zarista, continuarían profundizando la revolución y completando las conquistas democráticas mediante la toma del poder y el establecimiento de un Estado obrero (la dictadura del proletariado). Estas ideas convergieron plenamente con las planteadas por Lenin en sus Tesis de abril de 1917, que constituyeron el programa bolchevique para la revolución socialista.

Hasta 1912 Trotsky se mantuvo al margen de las dos fracciones del POSDR defendiendo sus posturas, pero animando diferentes plataformas partidarias de la unificación. Su posición “conciliadora”, tal como él explicó en numerosas ocasiones, representó un error. Abandonó cualquier pretensión de unidad formal durante la Primera Guerra Mundial. Trotsky se convirtió en un partidario intransigente del socialismo internacionalista, criticando duramente la capitulación de los dirigentes de la Segunda Internacional y de todas las tendencias en su seno que abandonaron una posición de clase.

Jugó un papel titánico en la revolución rusa de 1917. Integrado políticamente con los bolcheviques, fue designado presidente del Comité Militar Revolucionario que organizó la insurrección de Octubre. Tras el triunfo, Lenin propuso otorgarle la presidencia del nuevo gobierno. Finalmente fue elegido Comisario del Pueblo de Asuntos de Exteriores, y encabezó las negociaciones de paz en Brest- Litovsk. Esto, junto a la creación del Ejército Rojo, bastaría para colocarle en un lugar de honor en la historia.

Junto con Lenin fue fundador y líder de la Internacional Comunista, redactando buena parte de los manifiestos y tesis de sus cuatro primeros congresos. Pero su tarea más dura y políticamente más importante vendría después, en la lucha contra la degeneración burocrática de la revolución a la que él y Lenin habían contribuido de forma decisiva. Sus análisis sobre el estalinismo representan una aportación teórica clarividente. Sin ellos es imposible comprender desde un punto de vista marxista la génesis y el fracaso del mal llamado “socialismo real”

Fundador de la Oposición de Izquierdas, se enfrentó al autoritarismo de la burocracia termidoriana, y lucho por la regeneración política de la revolución y la defensa de sus conquistas. Sufrió junto a su familia y camaradas la represión más dura, el destierro y el exilio. En 1929 fue expulsado de la Unión Soviética, dando comienzo a su más largo exilio: primero en Turquía, después en Francia y Noruega, y por último en México.

El reagrupamiento de la vanguardia comunista revolucionaria impulsado por Trotsky, pasó por grandes dificultades objetivas, aislamiento y una gran persecución por parte del estalinismo. Miles de militantes de la Oposición de Izquierdas fueron asesinados en los campos de concentración creados por Stalin desde 1929. A partir de 1936, los juicios farsa de Moscú dieron luz verde a una purga de dimensiones brutales, y a la liquidación física del Partido Bolchevique y de la vieja guardia leninista.

Tras la llegada de Hitler al poder en 1933 y el fracaso completo del estalinismo para impedir el triunfo del fascismo, Trotsky planteó a las fuerzas de la Oposición de Izquierdas Internacional la necesidad de trabajar por levantar una nueva Internacional revolucionaria: La Cuarta Internacional fue fundada en 1938. Finalmente, el 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader, agente de la GPU (la policía política estalinista), acabó con la vida de León Trotsky en su residencia mexicana de Coyoacán, cumpliendo así la amenaza de Stalin y culminando años de persecución ininterrumpida contra el revolucionario ruso.

La muerte de Trotsky significó un duro golpe para el movimiento comunista internacional y para las fuerzas del marxismo revolucionario que en aquel momento luchaban por defender el programa, los métodos y las tradiciones del auténtico leninismo. Stalin y la burocracia usurpadora eliminaron al último de los dirigentes bolcheviques que mantenía un vínculo con la época heroica de la revolución de Octubre. Pensaban que de esta manera aseguraban su victoria. Sin embargo, como Trotsky escribió, “las leyes de la historia son más fuertes que los aparatos burocráticos”.

Si los ataques de la burguesía contra Trotsky no eran más que la expresión de la hostilidad general de los capitalistas contra el marxismo, la saña con que Trotsky fue perseguido, injuriado y finalmente asesinado por el estalinismo no tuvo precedentes en la historia. Para varias generaciones de comunistas influidas por las mentiras del estalinismo, Trotsky era el diablo: el colaborador del fascismo, el menchevique, cuando no un “loco ultraizquierdista” que hablaba de “revolución mundial” sin entender de “condiciones objetivas”.

Pero por más calumnias que el estalinismo vertió contra Trotsky, su pensamiento político ha superado la prueba de los acontecimientos. En los momentos más difíciles, cuando el estalinismo realizaba concienzudamente su tarea, la bandera del marxismo, de sus tradiciones revolucionarias y democráticas, pudo ser transmitida. En las condiciones más adversas, León Trotsky defendió el programa marxista, luchando contra aquellos que lo habían prostituido y transformado en una caricatura grotesca.

Hace veinte años que la URSS y los regímenes estalinistas de Europa del Este colapsaron. Los herederos políticos de la vieja burocracia estalinista se transformaron en la nueva clase burguesa, saquearon la propiedad estatal y, apoyándose en su control del viejo aparato del Estado, se pasaron con armas y bagajes al campo del imperialismo y el capitalismo, demostrando así que esos partidos no tenían nada de comunistas. Con esa vergonzosa deserción, los dirigentes estalinistas permitieron a la burguesía mundial lanzar una campaña furiosa contra las ideas del socialismo y del marxismo, creando las condiciones materiales para el resurgimiento de la antigua sociedad, con todas sus lacras de desempleo masivo, opresión nacional, oscurantismo religioso y pobreza para la mayoría de la sociedad. Las previsiones planteadas por Trotsky en La revolución traicionada se cumplieron con exactitud.

León Trotsky mantuvo la continuidad del programa marxista, del internacionalismo y de la política de independencia de clase. Hoy se presenta como un gigante para toda una generación de revolucionarios que buscan una explicación consecuente al derrumbe del llamado “socialismo real” y a la actual crisis de la sociedad capitalista.

Obras de León Trotsky

León Trotsky es autor de miles de artículos y decenas de libros. Abordó todos los aspectos de la teoría marxista, desde el materialismo dialéctico, la economía política, el materialismo histórico, la teoría marxista del Estado, la cuestión nacional, la teoría y práctica del partido revolucionario, el ascenso del estalinismo, así como numerosos procesos revolucionarios contemporáneos…Sus obras completas superan 60 gruesos volúmenes. A continuación reseñamos algunos de sus libros y trabajos más conocidos y destacados.

Resultados y Perspectivas (Editado por la Fundación Federico Engels)

1905 (Editado por la Fundación Federico Engels)

La guerra y la Internacional (Editado por la Fundación Federico Engels)

Terrorismo y Comunismo (Editado por la Fundación Federico Engels)

Escritos Militares

El nuevo curso

Literatura y revolución

Lecciones de octubre (Editado por la Fundación Federico Engels)

La Internacional Comunista después de Lenin

La revolución desfigurada (Editado por la Fundación Federico Engels)

Mi vida (Editado por la Fundación Federico Engels)

La revolución permanente (Editado por la Fundación Federico Engels)

Historia de la Revolución Rusa (Editado por la Fundación Federico Engels)

Escritos sobre la revolución española (Editado por la Fundación Federico Engels)

La lucha contra el fascismo en Alemania (Editado por la Fundación Federico Engels)

¿Adónde va Francia? (Editado por la Fundación Federico Engels)

La revolución traicionada (Editado por la Fundación Federico Engels)

El programa de Transición (Editado por la Fundación Federico Engels)

Stalin (Editado por la Fundación Federico Engels)