Riazánov, alias de David Zimkhe Zelman Berov Goldendach, nació en 1870 en la ciudad de Odessa. A los 14 años ya era “correo secreto” de los Narodniki, con los que se integró a la militancia revolucionaria para después unirse a los socialdemócratas rusos con 17 años. Fue arrestado por primera vez en 1887. Condenado en 1889 a cinco años de cárcel y tres de libertad vigilada, en las prisiones zaristas organizó grupos de estudio sobre marxismo y tradujo los escritos del economista David Ricardo.
En 1890, con veinte años, comienza su exilio europeo. Interviene como representante ruso en el Congreso de Bruselas de la Segunda Internacional y establece relaciones con los principales dirigentes de la socialdemocracia: August Bebel, Karl Kautsky, Eduard Bernstein…también con la hija de Marx, Laura y su marido, Paul Lafargue. Con el fin de participar en la vida política del socialismo europeo, aprende alemán, francés e inglés, y se hace entender en polaco e italiano. Colabora con la revista teórica del SPD, Die Neue Zeit; dirigida por Kautsky, y con Der Kampf, la revista teórica de la socialdemocracia austriaca.
En esos años empieza a labrarse una reputación como estudioso de la obra de Marx y Engels, y publica ensayos sobre su pensamiento, la historia del marxismo y la lucha contra el absolutismo zarista. En su trabajo de investigación visita numerosas bibliotecas y archivos de toda Europa, y accede a la biblioteca del SPD y al depósito de los manuscritos de Marx y Engels. Su amistad con la hija de Marx, Laura Lafargue, le permite investigar los archivos familiares. De esta labor obtuvo los borradores de las cartas de Marx a Vera Zasulich, que pudieron ser publicadas en 1923. En aquellos años ya se hablaba de que Riazánov “conocía hasta los puntos y comas de los escritos de Marx y Engels”.
En la escisión de 1903 del POSDR, entre mencheviques y bolcheviques, renuncia a situarse en ninguna de las dos fracciones abogando por la reunificación, y muestra una completa disposición a colaborar y participar en las escuelas de cuadros de los militantes socialdemócratas rusos. Durante la Primera Guerra Mundial mantiene una posición internacionalista, colabora de Nashe Slovo (el periódico impulsado por Antónov-Ovséyenko y dirigido por Trotsky en París) y participa en la conferencia de Zimmerwald. De vuelta en Rusia en mayo de 1917, se unió al Comité Interdistritos, el “Mezhraiontsi”, integrado por gente de la talla de Trotsky, Lunacharski, Joffe, Uritski… Cuando en julio-agosto los Interdistritos se unifican con los bolcheviques, Riazánov se transforma en uno de los más prominentes oradores y activistas antes de octubre, aunque mantiene una posición contraria a la insurrección armada propuesta por Lenin.
Tras el triunfo de la revolución socialista se incorpora al Comisariado de Educación bajo la dirección de Lunacharsky. En todo momento manifiesta una gran independencia política y de criterio. Riazánov fue nombrado director de los servicios de archivo de la joven república soviética en plena intervención imperialista y guerra civil. En esos años trabaja con una gran entrega por rescatar bibliotecas, documentos y materiales de los archivos de los diferentes países y administraciones. Su reputación como historiador del marxismo no hace más que acrecentarse. A fines de 1920, el Comité Central del Partido Bolchevique propone fundar un “Museo del Marxismo”, pero Riazánov transforma la iniciativa en un proyecto mucho más amplio y audaz: crear un instituto en el cual historiadores y militantes puedan estudiar la obra del marxismo en las más mejores condiciones, y que además sea en un centro de formación para los cuadros comunistas. El Comité Central aprueba, en enero de 1921, la fundación del Instituto Marx-Engels.
El proyecto más importante de Riazánov al frente del Instituto fue la edición de las obras completas de Marx y Engels. Para esta ingente tarea reclutó, entre 1923 y 1925, a numerosos especialistas sin albergar ningún prejuicio sobre sus posiciones políticas anteriores al triunfo de octubre de 1917. Desde ese momento, Riazánov desarrollará todo tipo de iniciativas para recuperar y reunir la totalidad de los escritos de Marx y Engels, en una búsqueda incesante por las bibliotecas y archivos —públicos, privados y de organización— del mundo entero. Incluso revisionistas como Bernstein, depositario de importantes manuscritos que le entregó Engels, facilitaron al Instituto su trabajo. Así fue como Riazánov publicó una de las obras principales de Marx y Engels, y que hasta ese momento había permanecido inédita: La Ideología Alemana.
Con el ascenso del estalinismo, Riazánov se mantuvo una actitud desafiante frente a la burocracia termidoriana. El nombre y el prestigio internacional del director del Instituto Marx-Engels jugaban a su favor; pero los epígonos de Lenin entregados a la tarea de reescribir la historia, de modificar el pasado en beneficio del culto personal al Secretario General, no podían permitir que Riazánov siguiese manteniendo su posición. Según el testimonio de Victor Serge, Riazánov reprendió a Stalin en plena campaña de éste contra Trotsky: “Déjalo, Koba! No te pongas en ridículo. Todo el mundo sabe muy bien que la teoría no es tu fuerte”. También, y según el testimonio de Serge, cuando Stalin visitó el Instituto en 1927 y, al ver los retratos de Marx, Engels y Lenin, preguntó a Riazánov: “¿Dónde está mi retrato?”, Riazánov replicó: “Marx y Engels son mis maestros; Lenin fue mi camarada. ¿Pero qué eres tú para mí?”.
Riazanov fue arrestado por la NKVD en febrero de 1931, bajo la falsa acusación de recibir paquetes de un supuesto “Centro Internacional Menchevique”. Stalin decidió su deportación, como anteriormente lo había hecho el régimen zarista, cerca de Saratov, en el Volga. Cuando tuvo conocimiento de su detención, Trotsky escribió una defensa del veterano revolucionario refutando las acusaciones estalinistas:
“En el momento de escribir estas líneas no sabemos nada acerca de la expulsión de Riazánov del partido, exceptuando los informes de los despachos oficiales de TASS [la agencia de prensa soviética]. Riazanov fue expulsado del partido, no por tener divergencias con la llamada línea general, sino por “traición” al mismo. Riazanov es acusado —nada más y nada menos— de haber conspirado con los mencheviques y social-revolu¬cionarios que estaban aliados a los conspiradores de la burguesía industrial. Esta es la versión del comunicado oficial…
“En Riazánov tenemos a un hombre que ha participado en el movimiento revolucionario durante más de 40 años; y todas las etapas de su actividad han entrado, en una forma u otra, en la historia del partido proletario. Riazánov tuvo serias divergencias con el partido en distintos períodos, incluyendo los tiempos de Lenin, o mejor, especialmente en aquellos tiempos, cuando participaba activamente en la formulación cotidiana de la política partidista. En uno de sus discursos, Lenin habló directamente del lado fuerte de Riazánov, así como de su lado débil. Lenin no consideraba a Ria¬zánov como un político. Cuando hablaba de su lado fuerte, tenía en cuenta su idealismo, su profunda devo¬ción por la doctrina marxista, su erudición excepcional, su honestidad de principios, su intransigencia para defender la herencia de Marx y Engels. Es precisamente por eso que el partido colocó a Riazánov a la cabeza del Instituto Marx-Engels que él mismo había creado. Su trabajo tenía importancia internacional, no sólo desde una perspectiva histórico-científica, sino también desde un punto de vista revolucionario y político. El marxismo es inconcebible si no se acepta la dictadura revolucio¬naria del proletariado. El menchevismo es la refutación democrático-burguesa de esta dictadura. Al defender al marxismo contra el revisionismo, Riazánov condujo, a través de toda su actividad, una lucha contra la socialdemocracia y, consecuentemente, contra los menchevi¬ques rusos. ¿Cómo puede entonces, reconciliarse la posición principista de Riazánov con su participación en la conspiración menchevique?...”.
Condenado a la miseria y al hambre, Riazánov apenas pudo sobrevivir gracias a trabajos esporádicos y a traducir algunos textos para la universidad local. A pesar de todo, el viejo revolucionario se negó a representar el papel de arrepentido y de delator en los interrogatorios que sufrió: se negó a autoinculparse, tal como lo contó el mismo Nikolái Yezhov, jefe de la NKVD.
Su asesinato, a manos de los verdugos de Stalin, llegaría pocos años después, en el furor de las grandes purgas. El 19 de enero de 1938, el Procurador general de Saratov le acusa, entre otras cosas, de “extrema hostilidad personal respecto al camarada Stalin”. Finalmente, el 21 de enero de 1938 fue juzgado a puerta cerrada, en una sesión que comenzó a las 19:45 horas y terminó a las 20:00 horas. El Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS, en su delegación regional Saratov, lo condenó a muerte por formar parte de una “organización terrorista trotskista” y por “difundir invenciones calumniosas sobre el partido y el poder soviético”. Fue ejecutado.