12-14 (25-27) de septiembre de 1917
Después de haber conquistado la mayoría en los sóviets de diputados obreros y soldados de ambas capitales, los bolcheviques pueden y deben tomar en sus manos el poder del Estado.
Pueden, pues la mayoría activa de los elementos revolucionarios del pueblo de ambas capitales es suficiente para llevar tras de sí a las masas, vencer la resistencia del enemigo, derrotarlo, conquistar el poder y sostenerse en él; pueden, pues al proponer en el acto la paz democrática, entregar en el acto la tierra a los campesinos y restablecer las instituciones y libertades democráticas, aplastadas y destrozadas por Kerensky, los bolcheviques formarán un gobierno que nadie podrá derrocar.
La mayoría del pueblo nos apoya. Así lo ha demostrado el largo y difícil camino recorrido desde el 6 de mayo hasta el 31 de agosto y hasta el 12 de septiembre: la mayoría en los sóviets de ambas capitales es el fruto de la evolución del pueblo hacia nosotros. Lo mismo demuestran las vacilaciones de los eseristas y mencheviques, y el fortalecimiento de los internacionalistas entre ellos.
La Conferencia Democrática no representa a la mayoría del pueblo revolucionario, sino únicamente a las cúspides pequeñoburguesas conciliadoras. No debemos dejarnos engañar por las cifras electorales, pues el quid de la cuestión no está en ellas: comparad las elecciones a las dumas urbanas de Petrogrado y Moscú con las de los sóviets. Comparad las elecciones en Moscú y la huelga moscovita del 12 de agosto: ahí tenéis los datos objetivos referentes a la mayoría de los elementos revolucionarios que guían a las masas.
La Conferencia Democrática engaña a los campesinos, no dándoles ni la paz ni la tierra.
El gobierno bolchevique es el único que satisfará a los campesinos.
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¿Por qué deben los bolcheviques tomar el poder precisamente ahora?
La inminente entrega de Petrogrado hará cien veces más difíciles nuestras posibilidades.
Y, mientras el ejército esté encabezado por Kerensky y Cía., no estamos en condiciones de impedir la entrega de Petrogrado.
No se puede “esperar” a la Asamblea Constituyente, pues Kerensky y Cía. podrán frustrarla siempre con esa misma entrega de Petrogrado. Sólo nuestro partido, tomando el poder, puede asegurar la convocatoria de la Asamblea Constituyente y, después de tomar el poder, acusará de demora a los demás partidos y demostrará su acusación.
La paz por separado entre los imperialistas ingleses y alemanes puede y debe ser impedida únicamente si se actúa con rapidez.
El pueblo está cansado de las vacilaciones de los mencheviques y eseristas. Sólo nuestra victoria en ambas capitales hará que los campesinos nos sigan.
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No se trata del “día” de la insurrección, de su “momento”, en el sentido estrecho de la palabra. Eso lo decidirá únicamente la voluntad común de los que están en contacto con los obreros y los soldados, con las masas.
Se trata de que ahora, en la Conferencia Democrática, nuestro partido tiene de hecho su congreso, y este congreso debe (lo quiera o no) decidir el destino de la revolución.
Se trata de conseguir que esta tarea sea clara para el partido: poner a la orden del día la insurrección armada en Petrogrado y Moscú (comprendida la región), conquistar el poder, derribar el gobierno. Hay que pensar en cómo hacer agitación en pro de esta tarea, sin expresarse así en la prensa.
Recordad y reflexionad sobre las palabras de Marx respecto a la insurrección: “la insurrección es un arte”, etc.
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Es ingenuo esperar la mayoría “formal” de los bolcheviques: ninguna revolución espera eso. Tampoco lo esperan Kerensky y Cía., sino que preparan la entrega de Petrogrado. ¡Precisamente las ruines vacilaciones de la Conferencia Democrática deben agotar, y agotarán, la paciencia de los obreros de Petrogrado y Moscú! La historia no nos perdonará si no tomamos ahora el poder.
¿Que no existe un aparato? Ese aparato existe: los sóviets y las organizaciones democráticas. La situación internacional precisamente ahora, en vísperas de la paz por separado de los ingleses con los alemanes, nos es favorable. Precisamente ahora, proponer la paz a los pueblos significa triunfar.
Tomando el poder simultáneamente en Moscú y Petrogrado (no importa quién empiece; quizá pueda empezar incluso Moscú), triunfaremos de manera indefectible y segura.