Apelación de los deportados a la Internacional Comunista
Los abajo firmantes, expulsados de las filas del Partido Comunista de la Unión Soviética antes del XV Congreso de ese partido o por decisión de ese Congreso, creemos necesario apelar esta exclusión al órgano supremo del movimiento comunista internacional, a saber, al VI Congreso de la Internacional Comunista. Sin embargo, por orden de la GPU (o en parte, por resolución del Comité Central del partido), nosotros, viejos bolcheviques, estamos exiliados en las regiones más alejadas de la Unión Soviética sin que se nos haya imputado ninguna acusación, con el único objetivo de impedir nuestra ligazón con Moscú y con los demás centros obreros, y en consecuencia, con el VI Congreso mundial. Por lo tanto estimamos, en vísperas de nuestra partida forzosa hacia regiones lejanas de la Unión Soviética, dirigir la presente declaración a la presidencia del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (IC), rogándole que la haga
La GPU nos exilia sobre la base del artículo 58º del Código Criminal, es decir, por “propaganda o agitación a favor del derrocamiento, del socavamiento o del debilitamiento del poder soviético o por cometer actos individuales contrarrevolucionarios”. Con una calma desdeñosa, hemos rechazado la tentativa de aplicar este artículo a muchos bolcheviques-leninistas que han hecho mucho para establecer, defender y consolidar el poder soviético en el pasado y que, también en el futuro, consagrarán todas sus fuerzas a defender la dictadura del proletariado.
La deportación de viejos militantes, por orden administrativa de la GPU, es simplemente un nuevo eslabón de la cadena de acontecimientos que conmueven al PC soviético. Estos sucesos tendrán una inmensa importancia histórica por una serie de años. Las actuales divergencias de puntos de vista son las más importantes que conoció la historia del movimiento revolucionario internacional. En esencia, se trata de saber de qué manera no se lleva a la ruina a la dictadura del proletariado que fue conquistada en Octubre de 1917. La lucha en el PC de la URSS se desarrolla a espaldas de la IC; ésta no participa en ella, incluso la ignora. Los principales documentos de la Oposición consagrados a las grandes cuestiones de nuestra época siguen siendo desconocidos para la Internacional Comunista. Los partidos comunistas siempre se posicionan ante el hecho consumado, y sólo ponen su firma en decisiones adoptadas de antemano. Creemos que esta situación surge del régimen absolutamente falso en vigencia en el PC de la URSS y en toda la IC.
La rudeza excepcional de la lucha en el seno del partido, que ha llevado a nuestra exclusión (y actualmente, a nuestro exilio, sin que se pueda invocar ningún hecho nuevo para motivarlo), encuentra precisamente su causa en nuestra aspiración a hacer conocer nuestro punto de vista al partido y a la IC. Mientras estaba Lenin, esta actividad era considerada como normal y lógica. En esa época, las discusiones se desarrollaban sobre la base de la publicación y del examen integral de todos los documentos concernientes a las cuestiones conflictivas. Por falta de este régimen, la IC no puede convertirse en lo que tiene que ser.
La lucha por el poder del proletariado internacional contra la burguesía, extremadamente poderosa, está todavía por delante. Esta pelea presupone, por parte de los partidos comunistas, una dirección fuerte, que goce de autoridad moral, y capaz de actuar por sí misma. Semejante dirección sólo puede crearse en el transcurso de muchos años, seleccionando los representantes más firmes, los más aptos para determinar su acción de una manera autónoma, los más consecuentes, los más valientes de la vanguardia del proletariado. En la ejecución de las tareas, los funcionarios, incluso los más honestos, no pueden reemplazar a los guías de la Revolución. La victoria de la revolución proletaria en Europa y en el mundo entero depende, en gran medida, de la solución del problema de la dirección revolucionaria. El régimen interno de la IC impide elegir y educar semejante dirección. Esto se manifiesta de manera notoria por la actitud de los partidos comunistas extranjeros frente a los procedimientos internos del PC de la URSS, cuya suerte está íntimamente ligada al destino de la IC.
Nosotros, Oposicionistas, hemos quebrado las normas de la vida del partido ¿Por qué? Porque hemos sido despojados ilegalmente de la posibilidad de ejercer nuestros derechos normales como miembros del partido. Para llevar nuestro punto de vista al Congreso, hemos sido obligados a asumir la responsabilidad de utilizar una imprenta del Estado. Para refutar la falsificación de nuestra posición, en especial, la vil calumnia relativa a nuestra supuesta relación con un oficial de Wrangel y la contrarrevolución en general ante la clase obrera, hemos enarbolado, en la manifestación del 10º Aniversario, pancartas que llevaban las siguientes inscripciones: “¡Combatamos a la derecha, contra los kulaks, los nepmen y los burócratas! ¡Realicemos la última voluntad de Lenin! ¡Por una verdadera democracia en el Partido!”.
Estas consignas, indiscutiblemente bolcheviques, fueron declaradas no solamente hostiles a la revolución, sino contrarrevolucionarias. Varios signos muestran que en el futuro, hay que atenerse a intentos de crear supuestos lazos entre la Oposición y las organizaciones de guardias blancas y mencheviques, de quienes estamos más alejados que nadie. Para forjar semejante amalgama, no es necesario dar explicaciones, tampoco para deportarnos.
En la declaración que hemos dirigido al XV Congreso, firmada por los camaradas Smilga, Muralov, Rakovski y Radek , hemos anunciado nuestra obediencia a las decisiones del XV Congreso y nuestra determinación a dejar el trabajo fraccional. Sin embargo, fuimos excluidos y se nos ha deportado a causa de nuestras opiniones. Pero, por encima de todo, hemos declarado, y lo repetimos aquí, que no podemos renunciar a las opiniones expresadas en nuestras tesis y en nuestra plataforma, porque el curso de los acontecimientos confirma su justeza.
La teoría de la construcción del socialismo en un solo país conduce inevitablemente a separar la suerte de la URSS de la de la revolución proletaria internacional en su conjunto. Plantear así la cuestión, es socavar, en el terreno teórico y político, las bases mismas del internacionalismo proletario. La lucha contra esta nueva teoría totalmente antimarxista, inventada en 1925 –es decir, nuestra lucha por los intereses fundamentales de la IC- es lo que ha llevado a nuestra exclusión del partido y a nuestra deportación administrativa.
La revisión del marxismo y del leninismo, en la cuestión fundamental del carácter internacional de la revolución proletaria, proviene de que desde 1923 hasta hoy se dieron duras derrotas de la revolución proletaria internacional (1923 en Bulgaria y en Alemania, 1925 en Estonia, 1926 en Inglaterra, 1927 en China y en Austria). Estas derrotas crearon la posibilidad de lo que se ha denominado la estabilización del capitalismo, porque han consolidado provisoriamente la situación de la burguesía mundial.
Por la presión reforzada de la burguesía mundial sobre la URSS, estas derrotas han retrasado la marcha de la edificación socialista; han fortalecido las posiciones de nuestra burguesía dentro de la URSS; le han dado la posibilidad de ligarse más fuertemente a muchos elementos del aparato de Estado soviético; han aumentado la presión de este aparato sobre el del partido, y han conducido al debilitamiento de su ala izquierda. En el transcurso de esos años, se produjo en Europa un resurgimiento provisorio de la socialdemocracia, un debilitamiento provisorio de los partidos comunistas, y un fortalecimiento del ala derecha dentro de ellos. La Oposición en el PCUS, como ala izquierda obrera, ha sufrido derrotas al mismo tiempo que se debilitaban las posiciones de la revolución proletaria mundial.
Si bien los partidos de la IC no tuvieron ninguna posibilidad de apreciar exactamente la significación histórica de la Oposición, la burguesía mundial, por el contrario, ya emitió su juicio sin ambigüedades. Todos los diarios burgueses más o menos serios, en todos los países, consideran a la Oposición del PCUS como su mortal enemiga y por el contrario, alientan la política de la mayoría dirigente como una transición necesaria de la URSS hacia el mundo “civilizado”, es decir, capitalista. Creemos que la presidencia de la IC debería reunir las opiniones expresadas por los jefes políticos y por los órganos principales de la burguesía, en lo que concierne a la lucha dentro del PCUS, con el fin de permitir al VI Congreso la posibilidad de sacar las conclusiones políticas necesarias sobre esta cuestión primordial.
El resultado y las lecciones de la revolución china, revolución que constituye uno de los acontecimientos más grandes de la historia mundial, fueron ocultados, apartados de la discusión, y no fueron asimilados por la opinión pública de la vanguardia proletaria. En realidad, el comité central del PCUS ha prohibido la discusión de las cuestiones relativas a la revolución china. Pero, sin el estudio de los errores cometidos, clásicos del oportunismo, es imposible concebir la preparación revolucionaria de los partidos proletarios de Europa y de Asia en el futuro. Independientemente de la cuestión de saber sobre quién recae la responsabilidad inmediata de la dirección de los acontecimientos de diciembre en Cantón, estos sucesos suministran un ejemplo impresionante de putschismo en el momento del reflujo de la oleada revolucionaria. En un período revolucionario, una desviación hacia el oportunismo a menudo es el resultado de derrotas cuya causa inmediata reside en una dirección oportunista. La Internacional Comunista no puede dar un solo paso adelante sin haber sacado previamente las lecciones de la experiencia de la insurrección de Cantón, en relación con la marcha de conjunto de la revolución china. Esta es una de las tareas esenciales del VI Congreso mundial. Las medidas de represión tomadas contra el ala izquierda, no solamente no repararán los errores cometidos, sino, lo que es más grave, no enseñarán nada a nadie.
La contradicción más flagrante y más amenazante de la política del PCUS y de la IC es la siguiente: después de cuatro años de procesos de estabilización equivalentes a un fortalecimiento de las tendencias de derecha en el movimiento obrero, las balas siguen dirigiéndose, como antes, contra la Izquierda. En el período que acaba de pasar, hemos sido testigos de monstruosos errores y desviaciones oportunistas en los partidos comunistas de Alemania, Inglaterra, Francia, Polonia, China, etc. Entre tanto, el ala izquierda de la IC fue objeto de un trabajo de aniquilación que todavía sigue. Es indiscutible que actualmente, las masas obreras de Europa se orientan políticamente hacia la izquierda, por las contradicciones inherentes al proceso de estabilización. Es difícil predecir de qué manera ocurrirá este desarrollo hacia la izquierda y qué forma tomará en el futuro cercano. Pero la campaña permanente contra los elementos de izquierda prepara, para el momento en que se agudice la situación revolucionaria, una nueva crisis de dirección semejante a la que conocimos estos últimos años en Bulgaria, Alemania, Inglaterra, Polonia, China, etc. ¿Pueden exigir que los revolucionarios, los leninistas, los bolcheviques, nos callemos frente a tales perspectivas?
No creemos necesario refutar nuevamente la afirmación absolutamente falsa de que negamos el carácter proletario de nuestro Estado, la posibilidad de edificación socialista, o incluso la necesidad de la defensa incondicional de la dictadura proletaria contra sus enemigos de clase de dentro y de fuera. No es a esto a lo que se refiere la discusión. La discusión se centra en la apreciación de los peligros que amenazan al Estado obrero, en los métodos para combatirlos, y en cómo distinguir entre verdaderos y falsos amigos, y verdaderos y falsos enemigos.
Afirmamos que en el curso de estos últimos años, por la influencia de causas internas e internacionales, la relación de fuerzas se ha modificado de una manera desfavorable para el proletariado; que el lugar que tiene en la economía, en la vida política, económica y cultural del país ha disminuido en lugar de aumentar; afirmamos que, en el país, las fuerzas de la reacción termidoriana se han consolidado, y que al subestimar los peligros que se derivan de ella, estos se agravan más. Al echar a la Oposición del partido, el aparato, inconscientemente, pero con mucha eficacia, favorece a las clases no proletarias, que tienden a fortalecerse y a consolidarse a expensas de la clase obrera. Desde este punto de vista nosotros nos ubicamos para juzgar nuestra deportación, y no dudamos que en un futuro cercano, la vanguardia proletaria mundial hará el mismo juicio que nosotros sobre esta cuestión.
Las represalias contra los Oposicionistas coinciden con una nueva agravación de las dificultades económicas sin precedentes en los últimos años. La escasez de productos industriales, la crisis en la recolección de granos después de tres buenas cosechas, la creciente amenaza contra el sistema monetario –todo esto retrasa el desarrollo de las fuerzas productivas, debilita evidentemente los elementos socialistas de la economía e impide mejorar las condiciones de vida del proletariado y de los campesinos pobres. En condiciones de un agravamiento de la situación en los bienes de consumo sobre el mercado, los obreros rechazan el intento de revisar las convenciones colectivas en el sentido de una baja salarial. La GPU asegura que estos enormes fracasos en el curso que prevalece actualmente se derivan de la responsabilidad criminal de los Oposicionistas exiliados, cuyo verdadero crimen ha sido predecir varias veces, en el transcurso de los últimos años, que todas las actuales dificultades serían la inevitable consecuencia de un curso económico erróneo, y de haber reclamado a tiempo un cambio de este curso.
La preparación del XV Congreso del partido –convocado luego de un intervalo de un año y medio, violando los estatutos del partido- fue en sí misma una manifestación sorprendente y grave de la creciente violencia del aparato, que se apoya cada vez más en medidas de represión gubernamental. Por su parte, sin deliberación y apurando los debates, el XV Congreso adoptó una resolución por la cual, a partir de ahora, los congresos se reunirán cada dos años. En un país con dictadura proletaria, cuya expresión es el partido comunista, es necesario, diez años después de la revolución de Octubre, arrancar al partido su derecho elemental de controlar, al menos una vez por año, la actividad de sus órganos, y ante todo, de su comité central. Aun en las condiciones más desfavorables creadas por la guerra civil y el hambre, los congresos se reunían dos veces por año, pero nunca menos de una vez. En ese momento, el partido deliberaba y decidía realmente, sobre todas las cuestiones, sin dejar de ser amo de su propia suerte. Por lo tanto ¿qué fuerzas obligan ahora a considerar a los congresos como un mal necesario que se busca reducir al mínimo? Estas fuerzas no son las del proletariado. Son la resultante de una presión ajena a él, ejercida por su vanguardia. Esta presión ha llevado a la exclusión de la Oposición y a la deportación de los viejos bolcheviques a Siberia y a otras regiones perdidas.
Rechazamos la acusación de que aspiramos crear un nuevo partido. Decimos de antemano que los elementos de un segundo partido se reúnen en realidad detrás de las masas del partido y sobre todo, de su núcleo proletario, en contacto con los elementos degenerados del aparato del partido y del Estado y de sus nuevos propietarios. Los peores representantes de la burocracia, muñidos o no del carnet del partido, que no tienen nada en común con la revolución proletaria internacional, se agrupan cada vez más, creando así los puntos de apoyo para un segundo partido que comienza a dibujarse y que, en el curso de su desarrollo, puede volverse el ala izquierda de las fuerzas termidorianas. La acusación por la que, nosotros, los defensores de la línea histórica del bolchevismo, aspiraríamos a crear un segundo partido, en realidad sirve inconscientemente para ocultar el profundo trabajo subterráneo de las fuerzas históricas hostiles al proletariado. Frente a estos procesos, advertimos a la IC; tarde o temprano, llegará el día en que estos procesos serán evidentes para todos, pero cada día perdido compromete indiscutiblemente el éxito de la resistencia.
Es necesario preparar el VI Congreso de la IC según el modo en que se preparaban los congresos en tiempos de Lenin: publicar todos los principales documentos relacionados con las cuestiones litigiosas, terminar con la persecución a los comunistas, culpables solamente de haber ejercido su derecho de miembros del partido; en la discusión del precongreso, plantear en toda su expresión la cuestión de la relación de fuerzas dentro del PCUS, así como la cuestión de la línea política que sigue este último. Los temas litigiosos no serán dirimidos mediante nuevos métodos de represión.
Estas medidas pueden jugar un rol positivo cuando sirven para sostener una línea política correcta y para liquidar fácilmente a los agrupamientos reaccionarios. Como bolcheviques, conocemos el valor de las medidas de represión revolucionarias, y las hemos aplicado varias veces contra la burguesía y sus agentes, los socialistas revolucionarios y los mencheviques. Tampoco pensamos renunciar ni un solo instante a estas medidas contra los enemigos del proletariado. Pero recordamos con dureza que la represión dirigida por los partidos enemigos contra los bolcheviques se volvió impotente. Al fin de cuentas, lo decisivo es una política correcta. Para nosotros, soldados de la revolución, compañeros de armas de Lenin, nuestra deportación es la expresión más clara de los cambios de la relación de fuerzas de clase en este país y de la deriva oportunista de la dirección. A pesar de todo esto, estamos firmemente convencidos que la base del poder soviético todavía es el proletariado. Aún es posible, por medio de un cambio decisivo en la línea de la dirección, corrigiendo los errores ya cometidos, con profundas reformas, sin necesidad de un nuevo alzamiento revolucionario, fortalecer y consolidar el sistema de la dictadura proletaria. Esta posibilidad puede volverse realidad si la Internacional Comunista interviene de manera decisiva.
Apelamos a todos los partidos comunistas y al VI Congreso de la Internacional, solicitando con insistencia el examen de todas estas cuestiones, abiertamente, y con la participación de todos los miembros del partido. El Testamento de Lenin nunca pareció más profético que en este momento. Nadie sabe cuánto tiempo va a darnos el curso de los acontecimientos históricos para corregir los errores que se cometieron. A la fuerza, hemos dejado nuestros puestos en el partido y en los soviets para un exilio absurdo y fútil. Al hacerlo, no dudamos ni un instante que todos y cada uno de nosotros somos necesarios para el partido, e incluso que en el momento de las grandes batallas que están ante nosotros, todos volveremos a encontrar nuestro lugar en las filas combatientes del partido.
Es sobre la base de todo lo dicho que pedimos insistentemente al VI Congreso de la IC que nos reintegre al partido.
Firmas: M. Alsky, A. Beloborodov, A. Ichtchenko, L. Trotsky, K. Radek, Kh. Rakovski, E. Preobrazhenski, I. Smirnov, L. Serebriakov, I. Smilga, L. Sosnovsky, N. Muralov, G. Valentinov, Nevelson-Man, V. Eltsin, V. Vaganian, V. Maliuta, V. Kasparova, S. Kavtaradzé, Vilensky (Sibiriakov).